Por Griseila M. Cruz Román y Gladys Altieri / Especial El Nuevo Día
E l apego es un vínculo afectivo intenso que dura toda la vida y que se desarrolla desde el momento del nacimiento con la madre, padre o cuidador y luego, a lo largo de nuestras vidas con otras personas significativas.
Para que se logre un apego positivo con el recién nacido, tiene que haber roce de piel con piel desde el primer momento de vida. El bebé debe de estar lo más cerca posible de la madre o padre.
El apego se divide en tres tipos principales: seguro, inseguro y ambivalente. El apego seguro se basa en la comodidad que siente el bebé cuando está con la madre. Cuando la madre se aleja se sienten incómodos y cuando esta regresa, acuden a ella con satisfacción. El apego inseguro se muestra cuando los niños prefieren no estar cerca de la madre. Por último, el apego ambivalente ocurre cuando hay una combinación de reacciones positivas y negativas hacia la madre. Es importante recordar que este apego no es sólo hacia la madre, sino también hacia el padre o cuidador principal del niño.
La cultura occidental fomenta el que no haya contacto físico excesivo con los infantes para evitar que se pongan “ñoños”. Sin embargo, la literatura científica revela que debe ser todo lo contrario. Es importante el contacto físico, la caricia y la atención inmediata de las necesidades de los infantes. De esta forma desarrollan la confianza en sí mismos que les permitirá lograr sus metas personales y profesionales y establecer relaciones interpersonales y románticas positivas.
A continuación varios mitos acerca de los niños “ñoños”.
Mito: Es saludable dejar llorar al recién nacido para que se le desarrollen los pulmones.
Realidad: Los pulmones del ser humano están desarrollados al momento de nacer y esto se ve reflejado en su llanto. A los infantes no se les debe dejar llorar por periodos prologados ya que esto puede desarrollar desconfianza en el niño la cual puede durar hasta la adultez. El infante no se engreirá ya que no tiene desarrollado el concepto de él como persona separada de su madre o cuidador.
Mito: A los niños no se les puede atender cada vez que lloren porque se ponen “ñoños”.
Realidad: Durante la infancia, es importante atender a los niños ya que el llanto es el único lenguaje que tienen para expresar sus emociones y necesidades. Un infante que llore y no sea “escuchado” por los adultos recibe un mensaje de soledad y falta de amor que puede resultar en la falta de motivación y reacción ante los estímulos del ambiente.
Mito: Un niño se puede poner “ñoño” si le ríen las “gracias” constantemente.
Realidad: La sonrisa del recién nacido durante las primeras semanas es un reflejo innato. No es hasta los dos meses de edad que la sonrisa innata se transforma en una sonrisa voluntaria. Esta sonrisa la producen los cuidadores cuando reaccionan a la sonrisa del bebé. Si los cuidadores no reaccionan a la sonrisa social del niño, ésta puede desaparecer.
Es necesario fomentar el que los niños desarrollen un apego seguro con sus padres y cuidadores primarios ya que sus experiencias durante sus primeros años de vida influirán significativamente durante la adultez. Con esto en mente, debemos considerar si verdaderamente nos importa más tener un hijo adulto emocional y mentalmente saludable o el que nos digan que tenemos un hijo “ñoño”.
Fuente:www.elnuevodia.com
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