miércoles, 15 de diciembre de 2010

Costa da Morte, mar de vida

LEYENDAS DE PIEDRAS MÁGICAS, HISTORIAS DE NAUFRAGIOS, PAISAJES IMPONENTES Y UNA GASTRONOMÍA DE DIEZ PARA EL AMANTE DEL MARISCO. ENTRE MUROS Y MALPICA, EN LA PROVINCIA DE A CORUÑA, LA COSTA DA MORTE OFRECE SUS ATRACTIVOS, QUE NO SON POCOS. ´



Alexandro es poeta y por un euro hace de guía del pequeño Museo de la Pesca de Fisterra. Si tiene ganas de conversación se pueden pasar con él un par de horas estupendas escuchando sus historias de pescadores en peligro entre la niebla, gritos de marineros ingleses, la mejor manera de capturar el pulpo o la diferencia entre una navaja y un longueirón. Es una buena manera de tomar contacto con la Costa da Morte, la zona gallega entre Muros y Malpica, en la provincia de A Coruña, tristemente famosa por su negra historia de naufragios de barcos que constituye a la vez uno de sus atractivos.

El 28 de noviembre de 1596, veinte bajeles de la Armada española se hundieron en un violento temporal a la entrada de la ría de Corcubión, causando 1.706 muertos. Fue el primer naufragio del que se tiene constancia documentada, y después seguirían otros muchos, hasta 148 entre 1773 y 1987 según los datos recopilados por el profesor José Baña. Entre los más trágicos, el del crucero inglés HMS Serpent en 1898, que dejó 172 muertos y tres supervivientes en la Punta do Boi. Todavía en la memoria de los habitantes de la Costa da Morte está el desastre del mercante Casón, hundido en 1987 en la playa deRostro con un cargamento de sustancias no identificadas que explotaban al contacto con el agua y que hizo evacuar a los habitantes de varios pueblos próximos; o más recientemente el Prestige, la mayor catástrofe medioambiental de los últimos años. Durante siglos, los barcos hundidos arrojaron a las playas cadáveres de marineros, pero también toda clase de objetos y riquezas. Alexandro, el poeta-guía, sostiene que así llegaron a Galicia las latas de conservas de pescado, que después se convertirían en la principal fuente de riqueza de la región. Sin embargo, asegura que es falsa la leyenda negra que atribuye a los vecinos de la costa la maldad de encender hogueras junto almarpara confundir a los barcos, hacerles encallar y conseguir de esta forma el botín que llevaban en sus bodegas.

DE MUROS AÉZARO
Al margen de leyendas, la Costa da Morte es hoy un destino turístico de primer orden. De sur a norte, la visita puede comenzar en Muros, donde las rías bajas se convierten en altas y la costa se hace escarpada y retorcida, sólo suavizada de vez en cuando por pequeñas playas. Muros es un bonito pueblo de pescadores, bastante turístico en verano y que emana esa tranquilidad que tanto busca el turista urbano. Se puede pasar un día tranquilamente subiendo y bajando sus viejas calles, declaradas conjunto histórico-artístico en 1970, o paseando por el puerto mientras los hombres del mar traen la pesca y los niños saltan desde el malecón. La zona del puerto está llena de restaurantes y viejas tabernas que ofrecen los productos del mar.

Entre Muros y Fisterra merece una parada la gran playa de Carnota, con sus más de siete kilómetros de longitud y uno de anchura cuando la marea está baja. Al lado, el monte Pindo, el más espectacular de toda la costa gallega, con sus 627 metros en su puntomásalto y sus rocas de formas caprichosas en las que la imaginación popular vio figuras de animales y monstruos, y lo rodeó de leyendas desde la época de los celtas.

Muy cerca, el río Xallas desemboca en el mar en la cascada de Ézaro. Es un caso único en Europa, pero hay que tener suerte para verla porque tres pantanos construidos aguas arriba retienen el agua, que solo algunos días se suelta y la catarata puede verse en todo su esplendor. La página web del Ayuntamiento de Dumbria (www.dumbria.com) informa del calendario de apertura. La siguiente ría es la de Corcubión, con el industrial pueblo de Cee y suenormefábrica que afea la costa, inmaculada hasta entonces.

EL FIN DEL MUNDO
Y unos kilómetros más allá, Fisterra o Finisterre, el fin delmundo, elúltimo lugar conocido de Occidente desde que lo descubrieron los romanos. Conforme se llega al pueblo, por los arcenes de la carretera aparecen los peregrinos compostelanos cubriendo la última etapa. Algunos ni siquiera se detienen en el pueblo, y es una pena, porque además del coqueto Museo de la Pesca y una bonita playa, se pueden comer las mejores mariscadas de Galicia, al menos según dicen allí.Todos desean llegar cuanto antes al lugar mágico, la punta de Fisterra y el faro. Pronto se aprecia que éste es el lugar más turístico de la Costa da Morte. Decenas de puestos ofrecen toda clase de recuerdos mientras gaiteros anónimos hacen sonar la música de Luar na Lubre por unas monedas.

El faro no puede visitarse. Hay que caminar entre los peñascos azotados por el viento, a veces a empujones con los peregrinos que anhelan colocar en cualquier parte unos zapatos o una prenda para dejar constancia de que llegaron hasta allí. La vista sobre el mar es impresionante, más aún al atardecer, cuando el sol se hunde literalmente en el horizonte, allí donde los roma nos creían que moría incendiando el mar.

Desde Finisterre hacia el norte, la Costa da Morte se vuelve aún más abrupta, tanto que la carretera ya no puede bordear el mar. Hay que seguir por el interior, pero se puede volver a la costa hasta el cabo Touriñán, el número uno en el ranking de naufragios, o si no, seguir hasta Muxia, el pueblo que ocupó las portadas de los periódicos de todo el mundo durante la crisis del Prestige.Es otro pueblo marinero con estupendas playas y el santuario de Nosa Señora da Barca, uno de los más antiguos y visitados de Galicia. En Muxia es tradicional el culto a las piedras para curar dolencias. La mayor es la Pedra de Abalar, un enorme megalito oscilante de nueve metros que dicen que se mueve emitiendo un extraño sonido cuando se avecina algún naufragio.

Al otro lado de la ría del mismo nombre está Camariñas, pueblo de casas blancas famoso por las palilleiras, las mujeres que trabajan el encaje de bolillos desde hace siglos. A cinco kilómetros se levanta el majestuoso cabo Vilán, con el monumental faro que fue el primero de España alimentado con energía eléctrica. Este sí puede visitarse, al menos la parte baja, donde hay un pequeño museo sobre faros y naufragios.

Desde aquí es aconsejable continuar por la costa unos diez kilómetros hacia el norte. Un carretil sin asfaltar que obliga a llevar el coche a 30 por hora conduce al Cementerio de los Ingleses, donde están enterrados los marineros del Serpent. El lugar está bastante abandonado, peromerece la pena admirar el increíble paisaje rocoso azotado por todos los vientos.

La siguiente ría es la de Corme y Laxe que penetra hacia el interior entre los dos pueblos del mismo nombre. Es una de las más bonitas de la Costa da Morte por su paisaje de dunas y arenales que la marea hace cambiar milagrosamente en unas horas. En el interior de la ría, justo en la desembocadura del río Anllons, está Ponteceso, famoso por sus percebes y el pueblo que aglutina el ambiente de la comarca durante el fin de semana.

Saliendo otra vez almarhacia el norte llegaremos a Malpica. Las casas se amontonan por el terraplén hacia el mar, donde una estrecha península separa el puerto de la playa, desde la que se ven al fondo las desiertas islas Sisargas. Es también lugar animado en verano con bares de excelentes tapas y el punto final de esta Costa da Morte que, como reza su eslogan turístico, es mar de vida.

GUIA PRÁCTICA
Desplazamientos. Por el sur se entra a la Costa da Morte desde Muros, justo cuando terminan las Rías Baixas. Por el norte, el primer pueblo es Malpica, a menos de una hora de la ciudad de A Coruña. El recorrido puede hacerse en cualquiera de los dos sentidos, pero conviene tener en cuenta que las carreteras son sinuosas y estrechas, por lo que casi siempre hay que circular a baja velocidad, más aún con lluvia y niebla, ambos fenómenos muy frecuentes en la Costa da Morte, incluso en verano. La señalización es deficiente.

Dormir. En la Costa da Morte no hay grandes hoteles de cuatro y cinco estrellas, pero no es difícil encontrar alojamiento en sus numerosos hotelitos, hostales y casas rurales repartidos por los pueblos. En las oficinas de turismo tienen una excelente guía de alojamientos que edita la Xunta de Galicia.

Comer. Mar de Ardora. As Revoltas (Cabana de Bergantiños) Tlfno. 981 754 311. Pescados con un toque innovador. Comedor con excelentes vistas a la ría de Corme y Laxe.

El marisco se ofrece por todas partes, desde el mejor restaurante a cualquier tasca. Cada pueblo presume de que el mejor es el suyo, así que se trata de probar en varios.


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