martes, 23 de noviembre de 2010

¿Árboles de día, farolas de noche?

Científicos taiwaneses proponen iluminar las calles inyectando nanopartículas de oro en las hojas.

El alumbrado público genera importantes gastos para el erario público. Un equipo de investigadores propone que sean árboles con nanopartículas implantadas los sustitutos de las farolas.

Unas nanopartículas implantadas en los árboles podrían iluminar nuestras calles


Los objetivos del Plan de Ahorro y Eficiencia Energética 2008-2012 prevén que todos los municipios de España consuman un máximo de 75 kilowatios por habitante y hora. Una cifra que ahora se antoja prácticamente imposible de conseguir en multitud de ciudades y municipios en nuestro país, aunque se empiezan a ensayar proyectos prometedores.

Sin embargo, puede haberse hecho la luz, y nunca mejor dicho. Un grupo de investigadores taiwaneses ha ideado un nuevo sistema que podría facilitar no sólo estos objetivos energéticos, sino un importante ahorro para las arcas públicas en el alumbrado de las calles y un avance más hacia el desarrollo sostenible reduciendo las emisiones de carbono.


Según la propuesta de los científicos, se podrían implantar nanopartículas de oro en las hojas de los árboles, que desprenderían una luz roja de la suficiente intensidad para iluminar las calles.

El hallazgo se produjo de forma accidental. Los investigadores estaban tratando de crear una iluminación lo más eficiente posible sin necesidad de utilizar polvo tóxico ni fósforo. Descubrieron que las nanopartículas de oro, con forma de erizos de mar, puesta en las hojas de bacopas gigantes, producían junto con la clorofila la luminiscencia de color rojizo.

Además, según indicaron los científicos, este tipo de iluminación facilitará la fotosíntesis, lo que derivará en una mayor cantidad de carbono capturado desde el aire.
El LED, el futuro inmediato


Con la sustitución de los sistemas tradicionales de vapor de sodio por los que emplean LED (Light-Emitting Diode), los expertos afirman que se reducirá en un 66 por ciento el gasto energético y la emisión a la atmósfera de grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) y azufre (SO2).

Evitan, además, la contaminación lumínica, ya que dirigen la luz con precisión para que sólo se ilumine la zona deseada, emitiendo una luz más blanca que permite realzar la imagen frente a la iluminación anaranjada de las farolas tradicionales de vapor de sodio.

España gasta 450 millones de euros en alumbrado público, casi el doble que Alemania. El consumo energético de la iluminación pública en España es casi el doble del valor estimado por el Ministerio de Industria, según un estudio de la Universidad Complutense.


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