martes, 23 de noviembre de 2010

'El río donde Dios lavó sus pinceles'

El color azul de las aguas del Río Celeste en Costa Rica, le valen esta leyenda a la joya del Parque Nacional del volcán Tenorio.


Cuenta la leyenda popular que tras acabar de pintar el cielo, Dios lavó sus pinceles en este río, pero en realidad el incomparable azul de sus aguas, del mismo tono que el firmamento, surge directamente de la paleta de color de las entrañas del volcán Tenorio, enclavado en el Parque Nacional del mismo nombre, que es sin duda una de las joyas naturales más importantes de Costa Rica.

La combinación de sílice coloidal, sulfato de cobre, carbonato de calcio y azufre en el cruce de los ríos Agrio y Buenavista, en medio del majestuoso bosque tropical, da como resultado el nacimiento de un río que arranca expresiones de asombro a los cerca de 20 mil visitantes que recibe cada año.

Un viaje de unos 200 kilómetros en dirección noroeste separa este paradisíaco destino de San José, de la capital costarricense, pero esto no detiene a los amantes de la naturaleza, que encuentran en el río y sus alrededores un destino único.

Para el guardabosques Odir Rojas, el espectáculo que ofrecen tanto el Río Celeste como el volcán Tenorio, con sus mil 916 metros de altura, es único en el país y tal vez en el mundo.


Una aventura, paso a paso
El paseo por el Río Celeste consiste en una caminata de 6.5 kilómetros en medio de la montaña, en la que el visitante puede disfrutar no sólo del azul eléctrico de las aguas, sino también de puntos estratégicos para entender la dinámica geológica de la zona.
El Tenorio, comenta Rojas, es un volcán de tres cráteres cuya última erupción se produjo hace 4 mil años, pero que mantiene una gran actividad en el interior de sus faldas. La ebullición de gases es más que evidente en diversos puntos del sendero por el olor a azufre y otros minerales, y por la aparición espontánea de burbujas con gases volcánicos en las que parecen tranquilas pozas del río.
"Borbollones" es el nombre de uno de los puntos de observación de este fenómeno, donde las azules aguas parecen hervir a veces desde el fondo, pero que en realidad no tienen una alta temperatura, confirmó Rojas.
A unos metros de ese lugar los turistas pueden ser testigos de una de las creaciones más caprichosas de la naturaleza: la unión de dos ríos que arrastran minerales específicos y que al unirse producen una reacción química que tiñe de celeste el agua. "Los teñideros", como se le conoce a este sitio, es el lugar donde ocurre la "magia" para que un trozo de cielo se transforme en agua en medio del bosque.

Una espectacular cascada
Pero la caminata ofrece mucho más. Después de una bajada de 700 metros de empinados escalones labrados en la ladera de una colina, se asoma a la vista la famosa catarata del Río Celeste, una caída de agua de 30 metros, rodeada de verde y que acaba en una poza azul de 16 metros de profundidad salpicada de rocas.
Aunque no está permitido nadar en esta poza, la belleza escénica del lugar es más que suficiente motivación para olvidarse del cansancio, bajar y volver a subir la empinada colina, en la que flota el olor a azufre y otros componentes del suelo volcánico.
Tras al menos unas dos horas de caminata por la montaña en la que, con un poco de suerte, se podrán escuchar y ver animales como arañas tigre, ardillas, lagartijas, guatusas y monos araña, aulladores o carablancas, los turistas podrán relajarse en las aguas termales del río.
De nuevo la combinación mineral será la ideal para los viajeros de pies cansados, pues en una parte del río el agua es fresca y fría, mientras que en la orilla, las salidas directas desde las rocas emanan agua caliente.
Grandes piedras forman pozas donde disfrutar tranquilamente de las corrientes frías y cálidas al mismo tiempo, que, junto a los sonidos de pájaros e insectos, tienen sin duda un efecto terapéutico en los bañistas.

Lo más bello del país
Rojas reconoce que la mayoría de quienes visitan este Parque Nacional de 18 mil 402 hectáreas son extranjeros, especialmente franceses, estadounidenses y canadienses, aunque el Río Celeste es una "leyenda popular" en la boca de los costarricenses, que lo reconocen como uno de los sitios más bellos de su país.
Inclusive el camino para llegar a este lugar vale la pena en sí mismo. Al Tenorio se puede acceder por varias rutas, cada una con su propio encanto. Por formar parte de la Cordillera Volcánica de Guanacaste, este volcán tiene colosos vecinos. Hacia el este, el imponente Volcán Arenal, el más activo de Costa Rica, con su cono perfecto, coloridas erupciones nocturnas y rejuvenecedoras aguas termales, que hacen el deleite de miles de turistas en las llanuras del norte del país.
Al otro lado, el encargado de embellecer el paisaje es el Volcán Miravalles, el cual tiene tanta energía geotérmica en su interior que alberga el único proyecto costarricense para aprovecharla.
Además, esta ruta incluye una visión de las grandes hélices instaladas en la comunidad rural de Tilarán para producir energía eólica, otra de las fuentes de energía limpia que se utilizan en Costa Rica.

El Parque Nacional Volcán Tenorio, con sus caminos de piedra en lugar de asfalto, ofrece un viaje diferente y especial para aquellos interesados en descubrir los secretos del arte natural.
Los vecinos de la zona son consientes de ello y por eso no quieren dañar el carácter "celestial" de la zona. Los poblados aledaños al Parque Nacional son diminutos y pintorescos, y los hoteles cercanos, aunque llenos de confort, son pequeños y de estilo ecológico, como tratando de no alterar el lavadero de los pinceles de Dios.

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Costa Rica Rural 

Fuente: El Univeral.mx

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