domingo, 5 de diciembre de 2010

Mitos y realidades de la alfalfa

La alfalfa conocida como la Reina de los forrajes se cultiva en más de 384,000 hectáreas en nuestro país, siendo Chihuahua el principal estado productor con aproximadamente 75,000 hectáreas. El estado de Guanajuato ocupa el segundo lugar en superficie establecida con 57,000 hectáreas.

En esta última entidad el cultivo tiene importancia económica y social, toda vez que de él dependen 5,800 familias guanajuatenses y genera un valor de la producción de más de 2,200 millones de pesos.

Además, el cultivo siendo perenne, requiere volverse a establecer a los cinco años de su explotación por lo que su reposición demanda cada año una inversión de 700 millones de pesos.

Desafortunadamente el cultivo ha sido acusado de ser altamente dispendioso de agua. Lo anterior, debido a la aplicación del método de riego por inundación que utilizan los productores tradicionales, donde aplican hasta 30,000 m3 de agua por hectárea.

Sin embargo, se ha demostrado que con sistemas de riego presurizado, principalmente con riego por goteo subsuperficial, las láminas de riego se reducen hasta 90 centímetros, lo que representa un volumen de 9,000 m3 del vital líquido.

En las dos entidades mencionadas se ha promovido la tecnificación del riego en este cultivo. No obstante, prevalece el tradicionalismo de los productores y pese a los grandes apoyos y subvenciones que los gobiernos estatales y federal otorgan para este propósito, no se ha logrado su implementación masiva.

En Guanajuato cerca de 3,000 hectáreas se tienen bajo riego por goteo con cintilla enterrada. La utilización de esta tecnología ha logrado ahorros de agua que superan los 50 millones de m3, por lo que vale la pena seguir insistiendo en su promoción hasta lograr una cobertura mayor con este sistema.

En FIRA se ha demostrado que es posible obtener rendimientos de más de 20 toneladas de alfalfa henificada con sólo 97 centímetros de lámina de riego. Esto es, con una productividad del agua de 503 m3 por tonelada.

Así, es posible hacer 2.3 veces más eficiente el uso del agua en comparación con el sistema de riego tradicional sin castigar la producción forrajera.

En conclusión, el cultivo de la alfalfa puede lograrse con poca demanda hídrica, de manera rentable y generando riqueza.

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